Uno de los múltiples ejemplos de esta conexión es la que se produce entre el estado psicológico o emocional de una persona y la reacción que este genera en el resto del organismo. Así, un stress crónico o una emoción negativa repetida en el tiempo, se convierte en una señal química nociva cuyo efecto se puede trasladar al sistema endocrino, al sistema inmune o al sistema nervioso, produciendo cambios en su funcionamiento que pueden contribuir al desarrollo de una patología determinada.
Por tanto, una actitud mental adecuada, una vida social y afectiva enriquecedora, un buen descanso nocturno o la práctica de ejercicios de relajación, son medidas muy efectivas para lograr que los niveles de nuestras neurohormonas sean adecuados y así prevenir la enfermedad. Por otro lado, también nos podemos ayudar de ciertos remedios naturales, que por su contenido en plantas medicinales o aminoácidos de probada eficacia, nos ayuden a contrarrestar las exigencias y retos de nuestro ritmo de vida actual.